Una noche en sueños ví que con DIOS recorría la playa a la orilla del mar bajo una luna plateada.
A través del cielo pasaban las escenas de mi vida, para cada escena, noté que se marcaban dos pares de firmes huellas en la arena; Un par me pertenecian a mi, y el otro par pertenecían a DIOS.
Miraba atento esas huellas en la arena, pero algo extraño observé; que en vez de ver los dos pares veía sólo un par de ellas.
También noté que esto ocurría en los momentos más amargos y tristes de mi vida.
Esto realmente me desconcertó y pregunte a DIOS:
“DIOS, Tú dijiste una vez, cuando decidí seguirte, que recorrerías a mi lado el camino de la vida, pero he notado que durante las épocas más amargas de mi vida hay solamente un par de huellas.
¡No entiendo!…
¿Por qué cuando más te necesité,… me dejaste solo?
El SEÑOR contestó…
“Hijo mío, te amo y nunca te deje solo, durante tus horas de dolor y sufrimiento que viviste, siempre estuve a tu lado y siempre estaré para mostrarte mi Amor.
Mas si ves sólo dos huellas en la arena al caminar, y no ves las otras dos que se debieran notar, es que en tu hora afligida, cuando flaquean tus pasos, no hay huellas de tus pisadas porque te llevo en mis brazos»